En esta primera parte del análisis hablaremos de su diseño y la impresionante pantalla que alberga.
Samsung Galaxy SII, ni lo notarás que lo llevas encima
Samsung no ha arriesgado demasiado con el Galaxy SII. Normal. Si el modelo del año pasado les había salido prácticamente redondo había sido el teléfono Android del año, debieron pensar que bastaba un par de retoques y actualizaciones para mantener el listón a suficiente altura como para seguir siendo el más deseado. Y así ha sido.
El Samsung Galaxy SII mantiene todo lo interesante del Galaxy S original pero le da más tamaño de pantalla, mejora la tecnología de la misma, pone un doble núcleo y aun así, reduce el grosor del teléfono. Hablar de casi 4.5 pulgadas y poder decir que el teléfono en cómodo de manejar y llevar no se puede decir de cualquier teléfono. Pero con menos de 8.5 mm de grosor (solo aumenta ligeramente en la parte inferior) y un peso de apenas 116 gramos, el Samsung Galaxy SII se ha ganado el honor de que lo podamos no solo decir sino gritar bien fuerte.
En el apartado del diseño, no hay muchas novedades y podemos comprobar perfectamente que se trata de un sucesor en el que la carcasa trasera, rugosa en vez de lisa, junto con las líneas más rectas, son los principales cambios estéticos de este Galaxy S2 respecto al modelo anterior. Eso sí, el acabado sigue siendo su asignatura pendiente, especialmente en la carcasa trasera, con demasiada sensación de fragilidad a mi parecer pero que por otro lado colabora a que podamos disfrutar de un grosor y peso récord en este terminal, algo que hubiera sido más complicado (y seguramente más caro todavía) de conseguir con otros materiales más nobles.
El Samsung Galaxy SII mantiene la sobriedad en cuanto a los conectores. En el frontal todo es pantalla, y apenas hay lugar para la marca en la parte superior (junto con la cámara frontal, sensor de luminosidad y un altavoz que se escucha bastante bien) y para el botón de Home (físico) en la parte de abajo, donde aunque no se vean a simple vista encontramos también los dos auxiliares de todo teléfono Android, aunque solo los veremos cuando la retroiluminación entre en acción.
En la parte posterior está situada la cámara (sin protección) junto con el flash y abajo del todo, el altavoz principal del teléfono. En los laterales solo encontramos el botón de encendido a la derecha, y el de volumen a la izquierda, ambos de buen acabado, bien situados y cómodos de usar. Ya en la parte inferior está el puerto microUSB (el cambio más sustancial respecto al modelo Galaxy S) y en la superior, la entrada de auriculares con el micrófono para cancelación de ruido. No hay salida HDMI con conector propio sino que necesitaremos un adaptador que se vende aparte.
Abriendo la tapa de la batería, con cuidado porque ya hemos comentado que la carcasa es especialmente delgada y da sensación de mucha fragilidad, vemos el espacio para la tarjeta SIM, que puede introducirse sin retirar la batería, así como la de tarjetas microSD, en cuyo caso sí tendremos que apagar el teléfono y sacar la batería para introducirla.
En resumen, increíble lo que Samsung ha logrado en el apartado de peso y grosor con este Samsung Galaxy SII. Un 9 altísimo en ese apartado solo penalizado por los materiales de construcción principalmente de la carcasa trasera.
Pantalla que crece y mejora
Dejando de lado la potencia del Samsung Galaxy SII gracias a su renovado corazón y pulmón, este nuevo terminal tiene en la pantalla su caballo ganador. Te aseguro que, al igual que pasa con el iPhone 4 o recientemente con el Optimus Black, será encender la pantalla del nuevo Galaxy y no querer apagarla.
Lo primero que notamos es que pese a solo aumentar 0.3 pulgadas, el cambio de tamaño de la pantalla (ahora 4.3 pulgadas) se agradece respecto al modelo anterior. Creemos que esto es debido a que con tan poco grosor y peso, psicológicamente aceptamos mucho mejor que el teléfono crezca en la mano. Si luego le añadimos la nueva pantalla SuperAMOLED Plus, todo encaja a la perfección.
Las ventajas apreciables de la nueva pantalla de Samsung no son pocas. El contraste (con negros que quitan el hipo) y la saturación mejoran (en positivo, sin alterar y modificar la realidad de las imágenes, que ahora son más naturales), el ángulo de visión prácticamente no altera la calidad de la imagen y todo ello con un consumo de energía que puede ser incluso menor que las AMOLED anteriores. Además, Samsung nos deja más control sobre cómo muestra las imágenes su teléfono mediante la función “Efecto en segundo plano”, que nos permite escoger entre tres tipos de calibración para optimizar el contraste y brillo de la pantalla según para lo que la vayamos a usar: dinámico, estándar o película.
El truco para todas estas mejoras no hay que buscarlo muy lejos, pues el apelativo Plus no se queda solo en marketing, pues con estas nuevas pantallas, Samsung ha incluído más subpíxeles para mejorar el grano del que podríamos quejarnos en tecnologías anteriores de pantallas orgánicas. Ahora, la definición de los caracteres es mucho mejor y realmente se aprecia en el uso diario.
Pero la tecnología avanzada en las nuevas pantallas SuperAMOLED Plus no se quedan ahí. Gracias al nuevo cristal que cubre el panel SuperAMOLED Plus, la respuesta táctil se mantiene fiel como nos gusta pero refleja menos cuando la luz es intensa. Como nos gusta decir, sin obrar milagros, el Samsung Galaxy SII se ve muy bien en exteriores.
Para la siguiente parte del análisis del Samsung Galaxy S2 (SII) acabaremos de repasar lo que nos ofrece este teléfono en sus apartados de software, multimedia
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