Incluso su club de fans en Perú tuvo que conformarse con saludarlo al paso desde un vehículo en movimiento. Es comprensible. Lima fue el punto de partida de esta gira post receso musical -incluido rumores de una posible enfermedad e incluso la muerte- y el divo se abocó a ensayar los dos días previos al concierto.
NOCHE DE NOSTALGIA
“Te propongo” canta para iniciar la velada. Son las 9:37 p.m. El concierto estaba previsto para las 9. No importa, ya lo tenemos en frente, con ese traje oscuro que le entalla perfecto. Se desplaza haciendo ademanes por el escenario y no tarda en regalarnos ese movimiento tan suyo, el de la pierna levantada. Las fanáticas de las primeras filas pugnan por alcanzarle sus obsequios: ramos de flores, peluches y una bandera peruana.
Hace un poco de frío, pero él nos dice “Suave” y hace subir la temperatura. Aquellos que llegan a prisa del trabajo y de enfrentarse también al monstruo del tráfico van tomando sus ubicaciones. “Que nos diga algo” -pienso- y seguro que no soy la única.
APLAUSOS PARA EL PERÚ
“Muy buenas noches, Lima. Aplausos para el Perú, estoy muy feliz por estar con ustedes (...) son un público maravilloso”, son sus primeras palabras secundadas por los infaltables “¡Te amo!”. “¿Tienen ganas de bailar, de cantar, me van a acompañar?”, pregunta y luego nos pide gritar “¡Viva el Perú!”. Lo hace jugando con una especie de medidor del sonido, cuyos niveles se ven graficados en las pantallas gigantes instaladas a los costados del escenario.
“Dicen que la distancia es el olvido…”, entona minutos después. Es “La Barca” y el romanticismo inunda el Jockey Club, que si bien no luce abarrotado (unas 10 mil personas), empieza a calentarse. La gente sigue llegando: mujeres de todas las edades acompañadas del novio, esposo, amigo, hijos. Algunas hasta en muletas y silla de ruedas.
A DÚO CON SINATRA
Las luces se apagan y enseguida aparece el gran Frank Sinatra en el ecran con su inmortal “Come fly with me”. Cantan a dúo y Luis Miguel le añade “Perú” a parte de la letra. Nos emociona.
“O tú o ninguna”, “Entrégate”, “La Incondicional”, “Un hombre busca a una mujer” y “Oro de Ley” nos llevan a un viaje en el tiempo. Luis Miguel sabe que nos tiene en sus bolsillos. Delante de él, los peluches luchan nuevamente por estar en sus manos. Un oso y hasta Alf lo logran. También un ramos de flores blancas y una bandera peruana que el artista levanta y luego devuelve.
Luis Miguel, ya descorbatado, roza algunas afortunadas manos. Uno de sus guardaespaldas se inquieta y lo agarra del cinto del pantalón. Se asegura así de que alguna fanática no le haga perder el equilibrio.
Son las 10:22 p.m. y es hora de un breve receso. Regresa con un saco informal, siempre oscuro, y holgada camisa para cantarnos canciones de su último disco: “No existen límites” y “Mujer de fuego”.
Algunas, que tal vez no conocían las letras, aprovechan para tomarse fotos con “Peluchín” apostado en la zona VIP; el animador se muestra asequible con sus seguidoras.
HASTA PRONTO
Ahora cantamos y bailamos “Decídete”, “Ahora te puedes marchar”, “Isabel”, “Cuando calienta el sol” y de cereza “Vuelve” de otro grande, Carlos Gardel.
Queremos más, pero Luis Miguel empieza a darnos pistas de que está por desaparecer del escenario. “Gracias, Lima”, grita. Deja para el final “Labios de Miel”, canción promocional de su última producción. Se apagan las luces, pero muchos seguimos apostados esperando que vuelva con uno de sus clásicos para cerrar con esa cuota de nostalgia necesaria. Pero no, no regresa y sus más de 20 músicos empiezan a irse también. Son las 11:06 p.m.
Esperan por él Paraguay, Argentina, Chile, Bolivia y España. Y ojalá que el Perú no tenga que esperar otros seis años para volver a cantar con él.
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