Los cambios climáticos, la disminución del agua de los ríos, el crecimiento de las zonas urbanas y el desmedido crecimiento poblacional han hecho que muchas regiones del mundo sean cada vez más vulnerables al déficit alimentario.
Debido a lo anterior, cada vez es más urgente el desarrollo de investigaciones e infraestructura que permitan soluciones para utilizar de forma más racional los recursos naturales y para hacer más productivos los terrenos disponibles para la producción de alimentos.
La denominada Agricultura vertical es una de las opciones para maximizar el rendimiento agrícola, ya que mediante iluminación artificial generada a partir de celdas solares y técnicas hidropónicas y aeropónicas es posible cultivar grandes cantidades de alimentos en edificios altos de las grandes ciudades, lo que convierte a las ciudades en lugares idóneos para resolver el desafío que supone alimentar a la creciente población del siglo XXI.
Además del aprovechamiento de los espacios, pues la agricultura vertical permite literalmente apilar los cultivos, esta nueva forma de labor representa también una serie de ventajas ambientales como: el ahorro de agua, pues solamente se requiere del 5% que comúnmente se usa en los cultivos tradicionales; prescindir del uso de herbicidas; y reducción de las emisiones de bióxido de carbono derivadas del transporte, pues los alimentos pueden producirse al interior mismo de las ciudades.
Un interesante proyecto que intenta aprovechar al máximo las ventajas que supone la agricultura vertical es la denominada Pyramid Farm (Granja Piramide) diseñada por los profesores de la Universidad de Columbia, Eric Ellingsen y Dickson Despommier*. El diseño está basado en la idea de que las granjas verticales se convertirán, en un futuro no muy lejano, en una de las más importantes soluciones para el suministro de alimentos.
Despommier, creador del concepto de agricultura vertical en la década de los noventa, considera que de no desarrollar nuevas alternativas para las técnicas de agricultura, millones de personas en el mundo podrían carecer de alimentos, e incluso padecer de hambruna para el año 2060. La Granja Pirámide ofrece para ello, una solución que propone un ecosistema completo y autosuficiente –capaz también, de producir peces y aves de corral- que cubre desde la producción de alimentos hasta la reutilización de los residuos orgánicos.
Desde hace más de 6 años el profesor Despommier ha trabajado con sus alumnos desarrollando este tipo de proyectos ambientales, que proponen la construcción de edificios hechos a base de paneles solares en su cubierta, para generar así grandes invernaderos que pueden ubicarse en cualquier lugar, ocupando poco espacio.
El proyecto de Granja Pirámide incluirá varios sistemas que permitan utilizar solamente el 10% del agua y el 5% de la tierra que se utiliza para los cultivos tradicionales, como por ejemplo: un sistema de aprovechamiento hidráulico; un sistema para la separación y reciclaje de aguas residuales; calefacción; sistema pasteurización; un sistema de aprovechamiento de carbón para la alimentación de la maquinaria e iluminación; y un sistema de monitoreo, riego y nutrición, este último de gran relevancia, ya que mediante una serie de sensores permitiría conocer el estado de las plantas para detectar cualquier tipo de anomalía o enfermedad, lo que evitaría el uso de pesticidas o químicos.
La agricultura vertical a pesar de las muchas ventajas que supone, tiene algunos detractores que sostienen que de llevarse a cabo puede ser muy complicada y costosa, sobre todo en lo que se refiere al gasto de energía eléctrica, pues para conseguir cosechas homogéneas y de calidad requiere de mucha iluminación artificial y maquinaria especial, principalmente cuando los rayos solares no inciden de manera directa sobre los cultivos.
Lo anterior ha provocado que muchos consideren que este tipo de proyectos son hasta cierto punto utópicos, sin embargo, no hay que descartar que en la medida en que se siga investigando en torno a ellos, los sistemas, estructuras y materiales autosustentables serán cada vez más eficientes y por lo tanto viables, lo que los convertiría en piezas clave para resolver el problema del abastecimiento de alimentos, además de la preservación de la ecología.
*Dickson Despommier, profesor de Ciencias de la Salud Medioambiental y Microbiología de la Universidad de Columbia, en Nueva York, está considerado como el padre de la agricultura vertical tras la publicación de su libro "The Vertical Farm" (La Granja Vertical). Por las ventajas que suponen este tipo de construcciones, Despommier ha asegurado que con las granjas verticales se podría reducir la incidencia de los conflictos bélicos derivados de la necesidad de recursos naturales, como el agua y la tierra para la agricultura.
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